ItaSaku; Un amor prohibido [+13]/Romance

Humo, caos, destrucción... El miedo se apoderaba de los habitantes de Konoha, que trataban desesperadamente de huir a través del bosque. Ninguno lo conseguía... Todos eran alcanzados por los akatsuki, los causantes de la desesperación en que se había sumido la villa. El pánico no era fácil de disimular, y eso se notaba en las caras de muchos.

Los gennin reunían a la gente lo bastante sensata como para no huir por el bosque para que los chunnin y los jounnin de menor nivel los teletransportaran a un lugar seguro. Mientras, los jounnin más fuertes, los ANBU y la Hokage peleaban con todas sus fuerzas.

Humo, caos, destrucción... Fuego, pánico, desesperación... Unos fríos y penetrantes ojos rojos...

-¡Ah!- Sakura se incorporó bruscamente, con sus brillantes ojos verdes abiertos de par en par y la respiración agitada.

Respiró hondo una, dos, tres veces. Se levantó a por un vaso de agua y, ya más relajada, regresó a su habitación. Miró el reloj de su mesilla de noche. Eran las ocho menos cuarto de la mañana, y ella había quedado con Kakashi y Naruto a las nueve en el puente. Se abrazó a sí misma al sentir el escalofrío que la recorrió cuando recordó esos ojos del color de la sangre... No era, ni mucho menos, la primera vez que tenía ese sueño. Aunque la tragedia había ocurrido tres años antes, la kunoichi la recordaba perfectamente, como fruto de la continua repetición de esa pesadilla que la asaltaba como mínimo una vez al mes... La joven miró el calendario. Uno de agosto... Un segundo, ¿Era uno de agosto? Una breve sonrisa acudió a los labios de la pelirrosa.

-Hoy es mi cumpleaños –dijo para sí misma- Hoy cumplo mis dieciséis años. También hoy hace un año desde que me convertí en chunnin y... –la sonrisa desapareció de su rostro- Hoy es el tercer aniversario de la muerte de mis padres y amigos... Hoy es el trienio de esa masacre... Hoy hace tres años desde que mi odio hacia Akatsuki se incrementó hasta estos límites...

Sí... El día uno de agosto encerraba muchas cosas. Pero Sakura decidió que haría caso omiso de su cumpleaños. Era una tontería comparado con todo lo demás. Sacudió la cabeza y con la mano izquierda se frotó los ojos, que amenazaban con dejar vía libre a unas lágrimas indiscretas...

Saltó de la cama y se dirigió al cuarto de baño con cuidado de no despertar a Hinata, que dormía en la habitación contigua. Tsunade las había acogido a ambas cuando perdieron a sus familias, y ahora las tres vivían en una casa situada en el centro de la villa. Era una construcción sencilla ya que la Hokage había decidido prescindir de lujos y dedicar la economía a reconstruir la aldea. Después de tres años, Konoha había resurgido gracias al esfuerzo de los doscientos habitantes que habían trabajado duramente para lograrlo, aunque todavía faltaba mucho para que todos dejaran atrás el recuerdo de aquel fatídico día.

La pelirrosa llegó por fin al cuarto de baño y, tras quitarse la ancha camiseta negra que usaba para dormir, saltó a la ducha. En menos de quince minutos salió y abrió su armario de par en par. Se decidió por sus inseparables mallas negras y una camiseta roja de tirantes muy cómoda, fabricada en algodón. Se miró al espejo. Anteriormente habría pasado horas decidiendo que hacer con su pelo, pero en esta ocasión no se lo pensó mucho. Pasó por encima del hombro su brillante cabello rosado (que le llegaba hasta la cadera) y rápidamente cogió una goma negra y se hizo una coleta. La bandana con el símbolo de la hoja en la frente (hacía mucho que había dejado de llevarla en el pelo), su kunai y un puñado de shurikens, completaban su preparación.

Aún eran las ocho y cuarto, y le bastaban cinco minutos para llegar al puente, pero quería ir al cementerio...

Salió de casa y se dirigió a por flores. Dos calles a la derecha y una hacia abajo se encontraba la única floristería de la villa. Una anciana de ojos castaños y largo pelo blanco la atendió. Sakura compró rosas, claveles, lirios, dedalera y una caja de madera llena de pétalos de la flor del cerezo. Al salir de la tienda, la kunoichi observó el cartel que había sobre la puerta... “Floristería Nimura”.

Luego miró lentamente hacia la puerta de enfrente. Posó su mirada sobre el cartel en el que una vez puso “Floristería Yamanaka” y donde, desde poco después de la tragedia, se leía “Librería Aizawa”...

Aunque la lectura era una de las pasiones de la kunoichi, nunca había entrado en esa librería. Para ella, era como profanar el recuerdo de Ino... Sakura no pudo evitar que unas lágrimas recorrieran su rostro al revivir esa sensación de incredulidad y pavor que la había inundado al ver la mirada perdida de su gran amiga, mirando fijamente hacia ningún sitio y con un kunai clavado en el corazón... Nuevamente sacudió la cabeza y echó a correr hacia el cementerio.

Se había construido un panteón donde se encontraban todos aquellos que habían dado su vida por Konoha tres años atrás. Allí estaban sus padres, tíos y abuelos. Allí descansaban amigos como Kiba, Shino, Ten Ten, Neji, Chöji... e Ino.

Sakura colocó las rosas frente a las tumbas de Chöji y Tenten, los lirios frente a la de Neji y los claveles frente a las de Kiba y Shino. La dedalera fue posada con sumo cuidado ante la tumba de Ino.
La pelirrosa se había asegurado de llevar las flores favoritas de sus amigos. Por último, esparció la flor de cerezo sobre las tumbas de su familia. La kunoichi sabía que sus padres, tíos y abuelos adoraban los cerezos, y que por ello, su nombre era Sakura.

Antes de irse, la muchacha encendió una varilla de incienso y juntó las manos en señal de respeto. No volvería al cementerio hasta el siguiente uno de agosto...

En Akatsuki, un chico de cabello rubio y mirada afilada trataba de disuadir a su compañero.

-Itachi... ¡¿Quieres usar ese bulto que tienes sobre los hombros?! ¡No puedes volver ahora a Konoha! Todos están tras nuestra pista y solo han pasado tres años desde que destruimos esa villa. ¡No hay nada que puedas obtener de allí ahora!

-Aparta Deidara, o no respondo de mis actos –dijo el Uchiha al tiempo que le lanzaba una fría mirada de advertencia- Voy a ir, porque debo hacerlo, y no tengo porque darte más explicaciones.

-Pero... ¿Qué demonios se te ha perdido allí? –gritó el rubio exasperado.

-Nada que necesites saber...

-¡Itachi! –La voz de Kisame resonó en la habitación.

-¿Qué?- respondió secamente el moreno.

-Dice el líder que te autoriza a informar a Deidara de la misión... Más que nada para que se calle de una vez –sonrió con su enorme boca de tiburón.

-Díselo tú. Yo ya he perdido suficiente tiempo Kisame...-y con un pluff desapareció dejando tras de sí una nube de humo.

“Ese idiota de Deidara –pensó- Me ha hecho retrasarme mucho. Espero llegar a tiempo. Si mi víctima se reúne con Kakashi antes de que yo le encuentre... El plan se retrasará seriamente”.

El akatsuki incrementó su velocidad, saltando de rama en rama con una agilidad envidiable. Veinte minutos después, acechaba oculto en el bosque cercano a la Villa de la Hoja...


Las nueve y cuarto. Naruto y Sakura aguardaban pacientemente a Kakashi...aunque uno de ellos con menos paciencia de la necesaria.

-¡Aaarrgh! ¡Kakashi siempre nos hace esperar! –gritó Naruto- ¡Un día seré yo el que no aparezca y...!

-Y... ¿por qué no desapareces ahora? –propuso la kunoichi- ¡No me malinterpretes! –se apresuró a aclarar cuando él la miró con incredulidad y algo de tristeza- No lo digo con mala intención Naruto. Si quieres hacerle esperar, ve a dar una vuelta, y cuando veas que Kakashi aparece, te esperas unos minutos y luego vienes.

El rubio la miró fijamente, como sopesando la idea. Una pícara sonrisa apareció en sus labios y con los ojos brillantes dijo:

-¡Hagámosle esperar juntos Saku! –le propuso a la ojijade.

-Naruto... ¿Cuándo cambiarás? –le respondió ella entre enfadada y divertida- Además, ya sabes que yo prefiero esperar a que me esperen.

El ojiazul le hizo un par de pucheros pero, al no conseguir más que un capón en la cabeza, desistió con una sonrisa.

-Vale, vale... Pero yo voy a hacer eso... ¡Kakashi sabrá lo que significa esperar! –y sin más corrió hacia el bosque.

Sakura movió la cabeza sonriendo. Naruto era incorregible.


-Se han separado...No me lo puedo creer –sonrió Itachi- ¡Ahora es una presa todavía más fácil!

El akatsuki no esperaba que fuera a ser tan sencillo. Se acomodó el sombrero y saltó al suelo, justo enfrente de su víctima...

-Ha llegado tu hora... Naruto Uzumaki –dijo con calma.

-¡¿Quién diablos eres tú?! –exigió saber Naruto.

-Eso a ti te da igual –respondió el Uchiha- Te basta con saber que seré el artífice de tu muerte...

El rubio y el moreno se miraron unos segundos. Entonces Itachi se lanzó hacia el ojiazul a gran velocidad, kunai en mano. Naruto apenas tuvo tiempo de usar la técnica del cambiazo. Lo consiguió y se situó tras su rival con intención de asestarle un puñetazo, pero se encontró golpeando el aire y, un instante después, sintió como algo duro y frío le atravesaba el estómago, y cómo una patada lo arrojaba al suelo. Respirando agitadamente, se arrancó el kunai. La herida era profunda, pero no mortal. No tuvo mucho tiempo para lamentarse, ya que su enemigo volvía a la carga. El ninja rubio volvió a usar la técnica del cambiazo y se ocultó tras unos árboles para preparar el rasengan. Era su última oportunidad. Si ese ataque fallaba, quedaría a merced de su rival. Se lanzó hacia él con un grito de furia...


-¡Buenos días, Kakashi! –saludó alegremente Sakura.

-Buenos días, Sakura –respondió su ex-sensei –Siento el retraso pero es que me crucé con un gato negro y...

-Sí, ya... la excusa de siempre –dijo la kunoichi fingiéndose enfadada- ¿Por qué no me dices la verdad por una vez?

-Estooo... ¿Dónde está Naruto? –dijo Kakashi mirando hacia el río.

-¡No cambies de tema! Formamos parte del mismo equipo, ahora tengo derecho a saber por qué narices siempre nos tienes esperando Kakashi...

-Bueno... De acuerdo... Yo quería decírtelo más tarde pero... ¡Bah! Es igual. He ido a recoger esto- dijo el ninja copión al tiempo que sacaba un paquete envuelto en alegres colores del interior de su chaleco.

Sakura parpadeó y luego dejó que una sonrisa aflorara a sus labios para preguntarle a su ex-maestro.

-¡Ahhh! Ya sé... ¡Es para Anko! ¿A que sí? Siempre supe que érais algo más que compañeros de trabajo.

-¡Error! –dijo Kakashi jugando con el paquete.

-¿Entonces?

-¡Feliz cumpleaños Sakura! –dijo alegremente el jounnin lanzándole el paquete.

La kunoichi se sorprendió tanto que apenas logró atraparlo en el aire.

-Pe...Pero... ¿Por qué te has molestado en comprarme un regalo?- tartamudeó.

-En realidad, aunque yo lo he recogido, la idea fue de Naruto. Me dije que no te dijera nada pero como él no ha llegado y tú has insistido tanto pues, no ha habido problema.

-Pero no era necesario...

-¡Claro que sí! Es tu cumpleaños y el año pasado no pudimos regalarte nada porque estábamos en el hospital... Además es también para agradecerte que estuvieras con nosotros todo ese tiempo.

-Yo... No sé que decir...

-¡Ábrelo y calla Saku! –Dijo alegremente Kakashi- Siempre fuiste demasiado emotiva...

Con dedos temblorosos, Sakura abrió el paquete y, al ver lo que contenía, no pudo evitar unas lágrimas.

-El libro de las hazañas Haruno... Mi abuela me contaba una todas las noches y yo soñaba con que mi nombre apareciese en estas páginas, bajo el de mis padres... –la kunoichi no aguantó más y le dio un gran abrazo a su ex-maestro-
¡Gracias, gracias, gracias!

-¡Sakura! ¡Que me ahogas! –suplicó el jounnin entre ruborizado y sorprendido- ¡No controlas tu fuerza!

-¡Uy!...Perdón... –se disculpó ella sonriendo.

-Bueno. Yo me marcho ya... En realidad solo quedé con vosotros para darte el regalo entre Naruto y yo, pero puesto que no ha venido... ¿Quieres que te acompañe a casa?

-No, gracias... Voy a esperar a Naruto un rato más, quiero agradecérselo también a él. En una hora estaré de vuelta.

-Me impresiona como controlas tu tiempo Sakura...

-¡Qué remedio! Si no lo hago así... Tsunade me mata –dijo la chica con sencillez.

-Eso es cierto... olvidaba el carácter de nuestra querida Hokage... ¡Hasta otra, Sakura!

-¡Hasta luego, y gracias!

Kakashi hizo un gesto de despedida con la mano y desapareció. Sakura guardó su libro en el porta-kunais, “Suerte que es pequeño” -pensó. Y esperó a Naruto... Pero pasaban los minutos y él no regresaba. La inner de la pelirrosa hizo su aparición:

-Sakura, que este chico es capaz de no encontrar el camino de vuelta. ¡A buscarlo!

-¡Allá voy!

Y la kunoichi corrió al bosque. Cuando llegó a un claro se detuvo. No estaba preparada para lo que vio allí... Naruto estaba semiinconsciente y tirado en el suelo, rodeado de sangre…

-¡Narutoooo! –gritó, y corrió hacia él.

-Sa... Sakura... -balbuceó el rubio- Ve...Vete de aquí... Él...Él es... Es peligroso...

-Exacto... Será mejor que te marches si le tienes aprecio a la vida –dijo una voz suavemente.

Sakura volvió la cabeza lentamente y se quedó petrificada momentáneamente al ver al akatsuki, katana en mano... No había reparado en él hasta entonces, estaba demasiado preocupada por Naruto. ¡Naruto! Recordó de pronto a su amigo. La pelirrosa se obligó a volver la cabeza hacia él, se arrodilló a su lado y comenzó a curarlo tratando de hacer caso omiso al terror irracional que sentía en presencia del akatsuki.

-Sakura... ¡Vete ya! -repitió Naruto con voz débil.

-¡Cállate! Me desconcentras... No pienso dejarte aquí.

-Conmovedor... Ahora, apártate kunoichi... A no ser que estés empeñada en morir con él, claro –sonrió Itachi.

-Ni hablar akatsuki... No pienso dejar que lo mates.

-¿Y cómo piensas impedírmelo? –el Uchiha comenzó a andar hacia ellos lentamente.

-¡Así!

Sakura comenzó a realizar complicados sellos a gran velocidad hasta que su mano izquierda comenzó a adquirir un ligero brillo liláceo. Itachi reconoció la técnica y corrió hacia ellos al tiempo que gritaba:

-¡¡No!!

Pero llegó tarde. La pelirrosa, asustada pero sin dejarse llevar por el pánico, finalizó su cometido y, al poner su mano izquierda sobre Naruto, el cuerpo de éste desapareció. Sakura lo había teletransportado. Después de eso, la muchacha tuvo el tiempo justo de rodar hacia la izquierda para evitar que la katana de Itachi la atravesara. Se levantó y lanzó un shuriken que, aunque fue esquivado por el moreno, le arrancó de la cabeza el sombrero, el cual quedó enganchado al tronco de un árbol, dejando su cara a la vista. Itachi miró a la chica. Sakura, sorprendida, no pudo más que decir:

-U...Uchiha Itachi...